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Buscandome
31/08/2015, 03:10
CUANDO NO SER FELIZ ES SÓLO UNA RABIETA


En mi opinión, en muchas ocasiones, el mayor impedimento para ser feliz es solamente una rabieta por una contrariedad, porque algo que deseábamos no se ha cumplido, porque calificamos mal los acontecimientos que nos suceden, porque no tenemos activada la lógica e imprescindible tolerancia a la frustración, o porque pretendemos encontrar en lo exterior lo que se ha de originar en el interior.


LA FELICIDAD NO SE ENCUENTRA EN LO EXTERIOR, ya lo deberías saber.

En lo exterior encontramos bastantes sucedáneos de felicidad, que nos llegan a confundir y, de hecho, confundimos con la felicidad: alegría, bienestar, prosperidad, comodidad, satisfacción, contento, complacencia, júbilo, euforia, etc.

Son muy gustosos, y fortalecen el optimismo y la Autoestima, y nos aportan momentos muy interesantes y gustosos en la vida, pero no dan la Felicidad que se podría escribir con mayúsculas, la Felicidad inquebrantable que se mantiene inalterable aún a pesar de la oposición de los sucesos desagradables ocasionales, la Felicidad que marca una sonrisa imborrable en el corazón.

Muchas veces convertimos los sucesos cotidianos en infelicidad porque no los conseguimos. Como si fuésemos niños emperrados en conseguir un nuevo juguete –cuando ya tenemos mil…- y estuviésemos enfurruñados por ello con nuestra madre –y, además, pataleamos y decimos que no nos quiere porque si nos quisiera nos compraría un nuevo juguete-.

El niño enfurruñado en el que a veces nos convertimos olvida en ese momento de pataleta el amor que le ha demostrado su madre a lo largo de toda su corta vida, los cuidados que le ha prodigado incansablemente, o los tantos juguetes que tienen desperdigados por el suelo, y se centra exclusivamente en su rabieta. Es curioso observar que, en muchas ocasiones, lo que realmente uno desea es seguir enrabietado, y ya no le importa el juguete sino rebozarse en su enfado. Y estoy seguro que has captado el mensaje de esta metáfora irónica.

Algunos niños, cuando la madre en un acto de desesperación por no seguir escuchándole en su enojo, o porque piensa que es mejor madre si le concede todo lo que pide, o porque no quiere “traumatizar” a su hijo cuando en realidad con su negativa le está dando la magistral lección de que las cosas no se han de conseguir de ese modo, de que hay límites que hay que respetar y que han de ser infranqueables, y, si haciendo lo que tal vez no debiera hacer, le entrega el juguete por el que tanto berreaba el niño, ahora ya no lo quiere, lo desprecia con un manotazo o lo lanza lejos y con rabia.


TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Frustrar es privar a alguien de lo que esperaba, pero… ¿Tal vez el niño estaba esperando algo que no debería esperar porque es imposible o muy difícil que suceda?

En la vida, creo que jamás –y yo soy de los que dicen que jamás se debe decir jamás- se cumplen todos los sueños, ni todas las ilusiones se convierten en realidad, ni todas las fantasías llegar a materializarse, ni todas las utopías abandonan su mundo ficticio y tocan tierra.

Hay que aceptar que esto es así: hay cosas que salen a nuestro gusto y cosas que no, y hay cosas que llegan a suceder y cosas que no.

El hecho de que no se cumplan algunas de las ilusiones no es motivo suficiente para depreciar el resto de cosas buenas que tenemos o nos suceden, ni para que tasemos injusta y desproporcionadamente lo que no pasó y lo valoremos más que lo que sí somos o hemos logrado.


A VECES CALIFICAMOS Y ADJETIVAMOS MAL LOS ACONTECIMIENTOS QUE NOS SUCEDEN

Y vuelve a aparecer el niño irrazonable que no acepta la realidad y sólo admite que suceda lo que él quiere que suceda, y entonces se siente desgraciado –cuando no lo es porque tiene motivos más que suficientes para opinar lo opuesto-, rebusca en el catálogo de adjetivos deprimidos y trágicos para bautizar con ellos sus acontecimientos, no ve el vaso ni medio vacío ni medio lleno porque lo ve vacío del todo o, como mucho, medio lleno de veneno y ácido sulfúrico; exagera su tristeza llevándola más allá de donde le es posible hasta rozar peligrosamente la depresión; tizna de negro luctuoso todo lo que ve… en fin, que pinta de tragedia lo que es su mundo porque deja la tarea de calificar los sucesos al yo pesimista que se ha apoderado de uno en ese momento tan funesto (muchas veces, como por ejemplo ésta, para contar algunos sucesos la ironía es un gran invento...)

Bueno… he estado escribiendo sobre niños, pero igual estaba escribiendo sobre mí, o sobre ti…

Medita, mucho y bien, sobre esto:

¿No te estarás poniendo demasiadas condiciones y trabas para tu felicidad?

¿No le estarás poniendo las cosas muy difíciles a la felicidad para que se instale en ti?

¿No estarás pidiendo una felicidad excesiva, absoluta, imposible, cuando con una felicidad amable y normal ya es más que suficiente?

Ten cuidado y no vayas a boicotear tu propia felicidad.


Te dejo con tus reflexiones…