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Buscandome
06/11/2016, 23:40
DEJAR QUE LA MENTE SE AQUIETE


En mi opinión, la mente necesita descansar de tantas distracciones que le proveemos –y que ella misma se inventa-, para poder hacer un trabajo de introspección en el que poder acceder a nuestro propio Conocimiento y nuestra propia Sabiduría.

Necesita aquietarse.

Algunas veces he intentado averiguar por qué sé lo que sé –si es que sé algo- y no encuentro una razón lógica. Apenas leo en los últimos años, no soy una persona que se pueda considerar inteligente, no hago meditaciones ni soy dado a ponerme a reflexionar –tengo muy inculcado un mandato que me dice NO PIENSES-, así que no sé de dónde sale esto que redacto.

Sí sé porqué llego a escribir lo que escribo, y es porque de este modo me salto el mandato de NO PIENSES. Lo que hago es “escribir”, no “pensar”. No soy capaz de pensar en algo y luego escribirlo –como mucho, tengo un título y nada más que un título al empezar-, así que cada vez que me pongo a escribir desconozco qué es lo que voy a escribir.

Entonces… ¿De dónde sale esto?

Lo que he conseguido averiguar es que desde que no me atiborro de información y le permito a mi mente largos tiempos de descanso –en mi caso, mientras escucho ópera o música relajante-, es cuando parece que se produce el contacto con algo que supongo ya estaba dentro de mí pero sepultado bajo un exceso de información.

Yo no intervengo en lo que sucede dentro de mí. Me quedo al margen. No interfiero, y creo que es una buena fórmula. O, por lo menos a mí me va bien.

Me puedo hacer una pregunta, o no, y espero resultados.

Consigo que se cree un vacío en el que nadie se entromete, ni siquiera yo mismo, y espero. No me opongo. No intervengo. Me pongo ante el teclado y todo empieza a desarrollarse de un modo que no sabría explicar porque lo desconozco.

Creo, cada vez más firmemente, en una Inteligencia natural, en una capacidad de comprender que no requiere de intermediarios. Y creo que todos tenemos esa capacidad, por ese motivo cuando se lee algo o alguien dice algo que resuena y coincide con algo que ya estaba en el interior, aunque uno aún no hubiera accedido a ello y no fuera consciente, no se requiere de más explicaciones. Es lo que uno ya sabía, lo que hubiera dicho con las mismas palabras si se hubiera permitido escucharse a sí mismo.

Cada uno es lo que piensa él mismo, lo que siente, lo que le emociona, lo que ha decidido que sean sus principios éticos y morales, lo que es cuando se queda a solas consigo y en silencio, lo que respeta, lo que quiere que se respete, su integridad…

Y a todo ello se accede desde la mente aquietada, pero –en mi opinión- no una mente obligada a aquietarse y a no expresarse, no una mente a la que se le coarte y se le corte cualquier tipo de manifestación, sino una mente centrada en su vacío y su silencio, en el estar uno del todo presente en ese acto mudo y sosegado, preparándose para ello del modo que cada uno considere más oportuno o más eficaz.

Personalmente lo consigo –como ya he escrito- a través de la escucha de ópera, y también de la lectura de poesía. A veces también me es útil escuchar música relajante o ciertas bandas sonoras de películas. Es recomendable hacerlo con cualquier cosa que le acerque a uno a su sensibilidad, que le ponga en contacto con sus emociones, y para mí es importante que uno se permita ese tipo de sensibilidad que le acerca a su Ser.

Hay que preparar el terreno para que suceda ese contacto con la Sabiduría Interior, o simplemente uno ha de marcarse el propósito firme de estar pendiente de lo que le afecta en el interior, y llamo “interior” a algo que sobrepasa las emociones y los sentimientos, algo que se siente más allá y más profundo que los arrebatos pasionales de las emociones y sentimientos.

Es menos notable y menos sentido, menos explosivo.

Es una sensación callada que se percibe al entrar en un silencio que no es solamente la ausencia de ruidos o distracciones –porque la vida sigue estando presente-, pero es como si se hubiera accedido a otro plano más sutil.

En ese interior hay algo. No soy este yo que muestro. Es algo que es más Yo que yo mismo.

Es un Yo que ha eliminado las barreras y se ha quitado todas las caretas, que se ha deshecho de los personajes que la vida le ha obligado a ser, que está convencido de que las cosas no le afectan –o no debieran afectarle- aunque le afecten al que se muestra en el exterior.

Es bueno permitir que la mente se aquiete, procurándose un espacio de tiempo cada día para ello, o logrando llegar a estar en meditación/atención a todas las horas del día.

Contactar consigo mismo -con quien uno es en su interior y no con quien está siendo en su exterior-, aporta una riqueza en forma de paz que no la provoca ninguna otra cosa.

Y eso se consigue aquietando la mente.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales

“Oír o leer sin reflexionar es una tarea inútil”. (Confucio)

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