CAPITULO I

Abrázame y no me digas nada solo abrázame me basta tu mirada para comprender que tu te irás, abrázame como si fuera ahora la primera vez, como si me quisieras hoy igual que ayer.
Julio Iglesias

La tarde había caído, el sol le daba el paso a la luna de a poco, el viento soplaba aun cálidamente en el litoral de aquella playa, caminando bajo aquel cielo anaranjado, que esperaba por ser adornado por las hermosas estrellas, las risas, la plática de momentos vividos.

Por momentos Seiya, el chico estudiante de sexto semestre de veterinaria, sentía que su amor, la persona que hacía que cada día fuera diferente, le quería decir algo importante, el había querido hace varios días entregarle su vida, dedicarse a ella por siempre, pero el tiempo y el estudio aun le quitaban demasiado tiempo.
Michiru, su novia, desde hacía tres años se había comportado de una manera extraña, pero aunque él había tratado una y mil formas de que ella confiara en él, no había tenido éxito, así que no pregunto más.

Había pasado muchas cosas juntas, desde que se conocían su relación no era estable, ella tenía novio y lo dejo cuando conoció a Seiya, pues era un chico risueño y atractivo, y durante muchas semanas pasaron coqueteando, luego se hicieron novios, un noviazgo que no duro más de un mes, ambos coquetos jugaban con sus sentimientos, ella acompañada siempre de chicos y él, a él jamás le falta la compañía de cualquier chica, después de semanas separados volvieron a su relación, se escribieron mucho y llegaron al termino de olvidar el pasado, pero a ella le gustaba jugar con los chicos y eso enfurecía a Seiya, mas cuando los demás hablaban a sus espaldas, pero Seiya aplica el ojos por ojo y diente por diente, pues el también jugaba con las demás chicas, Michiru se molestaba y si lo veía con alguien más llegaba el punto en que se acercaba y golpeaba a la chica, terminando en gritos y celos en su relación.

Sus amigos les aconsejaban que su relación no les llevaría a nada, pero Seiya y Michiru sabían cómo resolver sus problemas, después de dos años de estire y encoje en la relación, su mayor pelea fue encontrar a Seiya Kou besándose con Rini Chiba, Michiru se encargo de dejarle claro que ese hombre era solo de ella, lo cual casi amerita su expulsión de la institución, pero con amenazas lograron llegar al final del año y entrar a la universidad.

Así pasaron mucho tiempo, ellos le llamaron amor, algunos otros le llamaban diversión y algunos más… locura, llego el tiempo de entrar a la universidad, es allí donde las cosas cambiaron, su relación se había vuelto más estable, y aunque las tentaciones no faltaban, Seiya y Michiru estaban más que felices, y aunque el hermano de Rini, Darién Chiba también llego a desequilibrar la relación, el amor, como le llamaba Seiya y Michiru, triunfaba sobre todo, llevaban ya casi medio año sin pelear, hasta el día en que todo empeoraría.

Ella se sentó de cara al mar, tomo entre sus manos las piernas y vio el horizonte, el presintió que en la mirada de ella había mucho más de lo que decía, tomo asiento a su lado y poso su mano sobre la de ella. El silencio era perturbador, así que decidió romperlo, pero no pudo emitir ningún sonido, ella hablo primero.

-parto dentro de unas horas –dijo y siguió con su mirada fija. El no dijo nada, en realidad su cerebro aun procesaba la información, trataba de entender el código con el que ella se había comunicado –terminare mis estudios en el extranjero, volveré en cuanto termine –agrego y se puso de pie, no había nada más que decir, Seiya creyó que como siempre ella hacia sus berrinches de princesa. Pero esta vez había visto algo en la mirada de Michiru que no conocía y era la determinación de tomar decisiones.

-¿y lo nuestro?, ¿por qué esperaste a decírmelo hasta ahora?, no me das tiempo de nada –dijo el aun sentado en la arena, con cierta molestia, creyó que todo iba mejorando, pero se daba cuenta que nada había cambiado después de tanto tiempo, con la impotencia del momento y sin saber que decir, lo primero que hizo fue formular preguntas.

-no hay nada que hacer, antes o después me iba a ir, nadie me hará cambiar de opinión, además quería que estuvieras tranquilo, no quise preocuparte –respondió ella sin voltearlo a ver, no había nada que discutir y Michiru quería dejarlo claro, no quería discutir.

-no entiendo –dijo este poniéndose de pie y acercándose a ella –te amo, te has convertido en todo para mi, eres con quien quiero pasar el resto de mi vida, porque me dejas así, para terminar tus estudias falta tanto, ¿qué haré aquí sin ti? –dijo este tomándole de la mano.

-lo haré más fácil, Seiya, eres libre, puedes seguir sin mí y si cuando regrese aun me esperas, estaremos juntos por siempre –dijo está girando para verle. Pero su mirada no mentía, ella no pensaba volver.

-viajare contigo, dejo mis estudios no hay nada que me hatee aquí –dijo y se aferro a la cintura de la chica. Seiya sabía que ella no volvería, la conocía, se conocía también, no permitiría que ella se fuera y lo dejara así.

-no, estás loco, aquí están tus estudios, tu trabajo de medio día que paga bien, la casa que te dejaron tus padre, aquí tienes más de lo que crees –dijo esta y paso su mano en el rostro del chico. Quería suavizar la despedida, ella sabía que Seiya la olvidaría a más tardar en una noche.

-no hay nada que quiera si tú no estás aquí –dijo trayéndole a su cuerpo con fuerza.

-lo siento amor, he tomado una decisión y tú no estás incluido, siento ser tan dura, pero no hay otra manera de decirlo –la chica se soltó del agarre del chico y camino con dirección a su largo viaje.

-¡bien! –exclamo molesto y la dejo ir.

Se quedo allí, parado, viendo como la silueta de la mujer que amaba o creía amar se desvanecía con la salida de la hermosa luna, ahora todo parecía oscuridad, todo parecía doler y a ella no le había importado nada, dejarlo allí, bajo la noche oscura, el frio del litoral, él saco de su bolsillo una caja negra de terciopelo, la abrió lentamente, allí, dentro de la cajita, había una argolla, un pequeño anillo de compromiso, con un ligero diamante blanco, sus manos temblaban su cerebro no terminaba de procesar el suceso, apretó sus dientes y lanzo la caja con fuerza, hacia el mar.

-ahhhh!!! –fue un grito desgarrador lo único que se escucho, su cabellos negro como la noche se meció con el viento fuerte que azotaba las olas del mar...

continuara...