NO CONFUNDAS TU OPINIÓN CON LA VERDAD


En mi opinión, una de las cualidades que más necesitamos desarrollar los Seres Humanos es la humildad. Si lo hiciésemos, y lo hiciésemos bien, desaparecería esa presunción y esa pretenciosidad que usamos a veces de creer que nuestras opiniones son la única verdad, la verdad absoluta.

Una de las cosas que he aprendido a lo largo de mis muchos años es que puede llegar a haber tantas verdades como personas. Verdades relativas, por supuesto. Lo que para cada uno es SU verdad, que no coincide siempre con la verdad cierta y real, sino que se queda en una suposición de verdad. En muchas ocasiones porque esa “verdad” es la que le interesa a uno, y en otras ocasiones porque uno está muy aferrado a sus creencias y no quiere soltarlas ya que eso le crearía una sensación de desarraigo, de pérdida y descontrol.

Otros defienden “su verdad” por simple obstinación, porque no son capaces de ver más allá o, lo que es peor, porque no están predispuestos a abrir los ojos, a abrirse a nuevas posibilidades, a aceptar que las cosas pueden ser de un modo distinto a como uno las ha visto o vivido siempre. El miedo al cambio es un miedo aterrador para algunas personas, y ese miedo se convierte en su principal obstáculo en el Desarrollo Personal.

Hay que darse permiso para valorar otras “verdades”, para escuchar sin el filtro de los prejuicios, entendiendo que no todas las personas tienen nuestro mismo punto de vista, nuestra misma educación y experiencias, nuestros mismos traumas y la misma información o desinformación.

Te garantizo que una de las cosas que más satisfacciones aporta se produce cuando uno llega a cierto punto de madurez –por los años o por el esfuerzo en madurar- y empieza a desdramatizar las cosas, la vida, los sucesos, lo que antes se esforzaba en calificar y clasificar como “malo”, y empieza a ver las cosas desde la calma que provoca la experiencia de la vida, cuando ya has podido comprobar por propia experiencia que los dramas no son buenos compañeros de vida, que el enojo es un estado autoagresivo, y que lo que parecía una tragedia en otro momento de la vida no es más que una anécdota.

De ese modo, llegas a la conclusión de que no hace falta esforzarse en persuadir a los otros de que LA VERDAD está en tu posesión, de que tú sí estás en lo cierto, de que ellos han de cambiar para ser como tú, porque… ellos no son tú y eso hay que respetarlo.

El otro tiene su verdad, pues que siga con ella.

Ya he llegado a comprender que el resto del mundo no va a ser como yo quiero que sea, que cada uno tiene que vivir sus propias experiencias, y que en algunas ocasiones ayudarles a evitarlas lo único que hace es apartarles de SU camino, del camino que tienen que recorrer en su aprendizaje.

Algunas cosas sólo se aprenden experimentándolas. La misma teoría no sirve para todos, y es necesario caerse para aprender a levantarse.

Tu “verdad”, tan aparentemente irrefutable, puede que no sea nada más que una opinión, y hasta es posible que esté equivocada, que sea solamente una suposición sin fundamento, una tontería.

Y también es posible que sea una “verdad” solamente temporal, y que las experiencias que vayas viviendo te harán comprender más adelante que las ideas no tienen permanencia y van cambiando en función de cómo va cambiando uno.

Si eres honrado y revisas tu pasado y lo comparas con el presente, verás que hay cosas en las que has ido cambiando y es posible que lo hayas hecho de un modo tan natural que ni tú mismo te hayas dado cuenta.

Conviene revisar esas cosas o “verdades” en las que eres irreductible. Si soportan un examen exhaustivo e insobornable, sincero y objetivo, sigue manteniéndolas. Si ves que tambalean, que no es firme la defensa que hagan de sí mismas… duda. Y sigue investigando hasta que puedas confirmar o invalidar sus creencias.

No está nada mal “dudar” de las propias verdades –sobre todo cuando tienen pinta de radicales-, y revisarlas por si necesitan una actualización.

Quien está en un Proceso de Desarrollo Personal no descansa nunca, y sabe que las dudas que le lleven a una revisión de sí mismo siempre son de agradecer.

Revísate. Y ten cuidado y no confundas tu opinión con LA VERDAD.

Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales


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