De cómo la vida te va devolviendo las pelotas que le vas echando, como en un partido de tenis que es capaz de durar años, décadas y que nos va derrotando con una lentitud. La vida disfruta viéndonos jugar, viendo como le ponemos empeño en cada golpe, viendo que, en algunos momentos del juego pensamos que somos los auténticos ganadores. Sin embargo, el final de toda esta historia se sabe, pues lo único que está haciendo es utilizarnos como un sparring en boxeo, y cuando nosotros caigamos, vendrán otros para intentar enfrentarse a ella, luchando, dándolo todo, para que cuando piense que es el momento, asestarnos ese golpe final, ese punto de partido que nos mande al lugar donde vinimos. A la tierra.