Desde que tenía unos diez años me llevo interesando por el mundo de la hostelería. Creo que es un arte las personas que se encuentran detrás de la barra de un bar o de un restaurante y que son capaces de llevar todo hacia delante, desde los pedidos que han hecho varias personas, acordarse además que es lo que tienen que cobrarle como también hacer que los cafés, tapas y otras comandas estén en perfecto estado y que además el cliente al final se sienta agradecido y vuelva de nuevo. Después de mucho hablarlo con mi familia y de buscar la mejor opción, decidí montar yo mismo mi propio bar en el que servir desayunos pero también almuerzos y a día de hoy no me arrepiento ni una vez de mi profesión.