¿TÚ APRENDES DE VERDAD O COLECCIONAS FRASES?


En mi opinión, pero en una opinión muy subjetiva aunque basada en años y años de tratar con personas y conocerlas, no le prestamos tanta atención y dedicación como presumimos a lo relacionado con el Desarrollo Personal.

Y en el día que escribo esto se cumplen 27 años desde que empecé a interesarme por mi Desarrollo Personal –antes decía Crecimiento, pero me parece que es más acertado Desarrollo- y me atrevo a garantizar que no ha habido ni un solo día en el que no haya dado un paso en mi Camino.

A veces una reflexión, o varias, otras veces he escrito un artículo, he tenido una conversación con otra persona sobre sus asuntos personales y los míos, he admirado desde mi alma una puesta de sol, me he sumergido en la delicia maravillosa de una ópera, he grabado en mi corazón un sentimiento, o me he dejado recorrer sin poner impedimentos por una emoción cuyo epicentro estaba en mi corazón.

Cuando uno está atento, y cuando tiene clara la dirección en la que tienen que ir sus experiencias, todo y todas apunta al mismo sitio: Uno Mismo.

Todo apunta al Desarrollo de la Persona, del Ser Humano, de quien pretende regresar al centro del Uno Mismo que es y no manifiesta. De quien pretende ser él mismo aunque no sepa todavía quién es él mismo.

Todo apunta hacia el corazón, hacia el alma, hacia la esencia Divina que somos y que se mezcla con los pensamientos, con el cuerpo, la vida, la Vida, las dudas, los problemas cotidianos, las inseguridades, el no saber, la sensación indescriptible de que tiene que haber algo más, la creencia injustificable de que uno es algo más que este ser pequeño que se debate entre sus miedos y sus esperanzas. Porque toda esa amalgama somos.

Lo interesante es saber hacia dónde encauzar el Sentido de la Vida. “El Sentido”, es la razón de ser, la finalidad y la justificación de la vida; también es la dirección por la que uno se encarrila, hacia donde se va; es el modo particular de enfocar, de entender o de juzgar algo, y es la forma de interpretar lo que es la Vida.

Todo esfuerzo sin sentido es un desperdicio. Y no estamos para desperdiciar nada.

Todo paso perdido –salvo que uno haya decidido conscientemente perderlo- es un desperdicio. Y no estamos para desperdiciar nada.

Todo aprendizaje que no se coloque en su sitio, al que no se le extraiga la esencia, se perderá. Y no estamos para perder nada.

Es conveniente atesorar cada una de experiencias, cada una de las circunstancias, cada uno de los momentos, cada palabra, cada sonrisa, cada emoción, para integrarlas en uno mismo. Para que sean uno mismo o para que uno mismo sea todas las cosas.

Es conveniente empaparnos de vida –mejor si es de Vida-, impregnarnos de su esencia, sacarle todo lo que tiene y nos puede dar, y vivir cada experiencia hasta el final, hasta que se agote.

Es conveniente llenarse el corazón de emociones, la memoria de buenos recuerdos, el alma con el alma de los otros, y elevar la vida cotidiana a la categoría de Vida.

Eso es aprender. Y aprehender… coger para sí… integrar en sí mismo.

Lo demás, lo que no sea así, apenas deja enseñanza y es presa fácil para el olvido.

En muchísimos casos nos conformamos con asentir con un gesto de la cabeza, con pensar que nos tenemos que integrar más con la Vida, con auto-engañarnos conformándonos con decir que ya hacemos algo, aunque sea poco, con leer un artículo como este de vez en cuando, y con coleccionar frases o buenos propósitos.

Las frases siempre son ajenas y nada más que simples y vacías palabras hasta que uno las integra dentro de sí. Mientras no provoquen un terremoto interno innegable y sólo se queden en el despertar un sentimiento que se diluye un segundo después, no sirven de nada ni para nada.

“Un burro cargado de libros no deja de ser un burro”. Esta es una frase de esas que si no te golpean en alguna parte, olvídala. Si no sale un firme propósito nada más leerla, olvídala.

“Prometo no abandonarme nunca más”. Lo mismo. Con todas lo mismo. O te hacen un efecto brutal, decisivo, o no las pongas en tu colección de inútiles frases célebres.

Las frases, o algunos textos de algunos libros, no debieran ser otra cosa que una llamada de atención para hacer una parada en la vida, real y no metafórica, para permitirnos sentir su eco en nuestro interior, para atender a la explosión que pueden provocar, para encontrarle acomodo en el alma o en la parte de nuestra comprensión que la acoja. Si se queda instalada en el cerebro será siempre mecánica y fría. Si se establece en todo nuestro Ser, hará un efecto creativo y servirá para engrandecernos. Cumplirá su función.

Las frases, y las enseñanzas, han de ser el disparador de un proceso interior en el que despierten a las partes que las estaban esperando. Y, también, una pista para iniciar la evolución personalizada de esa frase que nos puede llevar al final de lo que inician con su propuesta, y es ahí donde aportaremos nuestro conocimiento, nuestra Sabiduría Interna, o lo poco –pero personal- que podamos aportar.

Menos teorías, menos coleccionar frases, menos ser un loro que repite, menos vivir de las filosofías y los descubrimientos ajenos, y más contactar con el Ser, y manifestarse -de verdad y por fin- como el Uno Mismo que en realidad somos.


Te dejo con tus reflexiones…

Francisco de Sales


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