Según antiguas creencias Salvadoreñas, el Cipitillo era hijo de Zigueguet, la reina de la luna, que traicionando a su esposo solo con un lucero de la mañana, recibieron una terrible maldición del Dios de los Dioses, Teolt. La maldición recayo en su hijo, que seria el resultado de los amores traicioneros.

El cual nunca crecería y no seria hombre. Simbolizará el Dios de los romances ilícitos y quedaría hasta la consumación de los siglos como un cipote, es decir siempre niño, siempre Cipit. De tantas Historias y Anécdotas he aqui narraremos dos:

Cuentan que hace algunos años, cuando nuestros abuelos eran jóvenes era mas común encontrar las huellas de un niño en las cenizas de la leña del horno, cualquiera pudiera pensar que es una travesura, pero... quizá no lo sea, a el cipitillo le encanta revolcarse entre la ceniza, y hartarse mucho de ella.

Se caracteriza por un ser chiquito y barrigón con un enorme sombrero en la cabeza, sus pies son al revés, o sea que sus dedos estas hacia atras, por eso cuando la gente intentaba perseguirlo seguia sus huellas al contrario.

Era común encontrar sus huellas alrededor de los trapiches y moliendas, o en las cenizas de viejos ornos de tierra, este pequeño espíritu burlón, se escondía en los matorrales a las orillas de los ríos y quebradas para espiar a las muchachas que llegaban a lavar o a bañarse semi desnudas...

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