LAS EXPERIENCIAS EN LA VIDA



En mi opinión, lo importante no son las experiencias que se tienen en la vida, sino lo que aprendemos de esas experiencias.


La vida parece incansable en esto de proponernos o ponernos nuevas experiencias por delante, para que nos metamos en ellas y extraigamos el aprendizaje que tienen reservado para nosotros.

Su objetivo es –o así lo siento- proveernos de autoconfianza, ya que una vez superada la prueba nos queda –o debiera quedar- una sensación agradable, aunque leve, de poderío. Una sonrisa aunque sea tenue, una impresión de sano orgullo. Una auto-felicitación sin palabras.

Cada vez que hacemos algo que sea nuevo no debiera ser un asunto a despachar a la mayor brevedad, y a olvidar con la misma celeridad, sino que sería conveniente darse cuenta desde que aparece, y prestarle dedicación y mucha atención.

Preguntarle: ¿Qué me vas a aportar?, ¿Qué me quieres enseñar?, ¿Qué tengo que aprender?

Y es conveniente, también, una vez que se pasa la experiencia, buscar qué mensaje traía. ¿Para qué me ha servido?, ¿Cómo estoy después de haberlo resuelto?

Y no me refiero solamente a los grandes acontecimientos, a las experiencias que se podrían calificar como vitales, sino a otras aparentemente más cotidianas, de esas que pasan casi desapercibidas, como el encuentro con un ser querido, la emoción que provoca una película sentimental, el poso que nos deja un instante de nostalgia, el escalofrío que aparece al escuchar una música, tal vez una palabra, o al sentir un recuerdo.

Toda la vida es una experiencia continua. Parece como si hubiésemos venido a experimentar.

Todo hecho ha de tener una repercusión.

EXPERIMENTAR: “Probar y examinar de un modo práctico las virtudes y propiedades de algo”.

Está claro: “de un modo práctico”, que se refiere, además de indicar el modo, a que sea útil: “que enseñe algo, comporte utilidad o produzca provecho inmediato”.

Las experiencias han de ser siempre bienvenidas, incluso las que aporten un sufrimiento inmediato, incomprensible, aparentemente innecesario; a la larga acaban demostrando que eran necesarias –o que formaban parte de la experiencia de otra persona y nosotros éramos meros colaboradores, pero, incluso en estos casos, la experiencia también ha de ser útil para nosotros-.

Años después, en algún momento, nos daremos cuenta de la utilidad de lo que pasó y para qué, porque a veces una experiencia es simplemente el preámbulo de otra mayor, que será la auténtica.

Para quien tenga creencias religiosas, esto ha de ser más fácilmente asimilable, porque le ayudará el convencimiento de que es hijo de Dios, y por tanto su Padre deseará lo mejor para él y no hacerle daño gratuitamente. Como padres físicos en la tierra, a veces nosotros tenemos que dar una regañina, o un pequeño azote, por el bien posterior del hijo.

EXPERIMENTAR: “Notar o echar de ver en uno mismo una cosa, una impresión, un sentimiento, etc.”

Dado que las experiencias casi siempre son personales –en algunas ocasiones son colectivas-, esto quiere decir que uno es el ejecutante y uno es el beneficiario o perjudicado. Por tanto, la experiencia se realiza exclusivamente para uno.

Si uno vive la experiencia, y ésta no aparenta ser gratificante, que no sea el balde el esfuerzo, el mal rato o el sacrificio. Hay que aguantar un poco más, hasta que ya se haya terminado, y hacerle-hacerse las preguntas que nos puedan clarificar su sentido o su necesidad. Y aprender. ¿De qué me tengo que dar cuenta o de qué me he dado cuenta?

Las experiencias no son útiles teorizando sobre ellas, no se pueden crear en un laboratorio: hay que experimentarlas, y luego, sacar resultados, ya que si no se hace de ese modo habrán sido inútiles, y serán experiencias que habrá que repetir en otro momento.

Repito: Lo importante no son las experiencias que se tienen en la vida, sino lo que aprendemos de esas experiencias.

Así que es mejor no conformarse con haberlas pasado y haber salido más o menos indemne, sino que hay que extraerles el aprendizaje, y no de un modo intelectual sino sentimental, emocional, desde el corazón. De este modo se consigue que se integren en uno y pasen a formar parte natural de uno.

Si solamente se teoriza sobre las experiencias, se quedarán en una hipótesis mental, o en una frase con aire de intelectualidad, pero perderá toda su fuerza y utilidad en el mismo momento en que dejemos de pensar en ellas.

¿Experiencias en la vida? Sí. Y llevarlas hasta el límite que propongan, no dejarse nada sin investigar, no permitir que se vayan sin dejarnos el mensaje que traían, no eludir el llegar hasta el final por un cierto temor o por una excesiva precaución, ya que es posible que al final, precisamente, sea donde está lo que nos trae.

Los oficios se refuerzan y consolidan con la experiencia.

La vida es un oficio que hemos de aprender.

Y las experiencias son las lecciones y las maestras al mismo tiempo.


Te dejo con tus reflexiones…